Privacidad vs. espacios compartidos en viviendas
En un momento en que la calidad de vida está intrínsecamente vinculada a una sensación de movilidad e independencia, el contacto con otras personas en relación con la preservación de la privacidad es de suma importancia. A primera vista, estos elementos son diametralmente opuestos y, sin embargo, en algunas esferas de la vida cotidiana, estas necesidades se pueden combinar perfectamente. Al implementar un cierto tipo de conceptos residenciales bien pensados y planificados llamados convivencia, esta filosofía se adaptaba perfectamente a las expectativas de un determinado grupo de la sociedad. Entonces, ¿cómo logramos hacerlo?
El espacio de convivencia comprende dos esferas distintas, cada una diseñada y destinada a satisfacer las diferentes necesidades de los habitantes. Las áreas comunes pueden incluir cocinas con comedor, biblioteca, salón, salas de trabajo y estudio donde se realizan las actividades diarias y donde todos los residentes comparten el sentido de responsabilidad por el estado del alojamiento. Por otro lado, el área designada para viviendas básicas está destinada a proporcionar un sustituto de un hogar familiar que brinde privacidad y tiempo.
Se supone que el espacio de convivencia está dirigido a personas que, por un lado, valoran la independencia y, por otro lado, desean ser parte de una comunidad más grande. El espectador ideal es, por lo tanto, una persona joven que no posee los recursos financieros suficientes para comprar su propio apartamento, siente curiosidad por el mundo y está lista para viajar con frecuencia y para quien el contacto con personas con puntos de vista y sistemas de valores similares es una especie de panacea.
El concepto de convivencia mantiene el equilibrio perfecto entre la flexibilidad y la creación de vínculos humanos, siendo una respuesta ideal a las demandas de la sociedad de hoy. El desarrollo y la expansión de la convivencia en los mercados occidentales es innegable y es solo cuestión de tiempo antes de que la idea llegue a la puerta de al lado.
